"POQUET A POQUET..."
Es una expresión muy valenciana. No es que hayamos inventado el "poco a poco", pero convendrán conmigo en que es fácil encontrarse con esa respuesta a poco que estemos contando a algún familiar o conocido alguna de nuestras cuitas. Es una mezcla de indiferencia e implicación, de meninfotismo y empatía -es difícil entender el concepto de meninfotismo tan nuestro si no vemos su contradictoria vertiente empática- y que rubrica el principio de que todo, con un poco de constancia pero sin preocuparse demasiado, se acaba arreglando.
Pues básicamente así -aunque con más sudores fríos y calientes- se ha actuado aquí con el caso PP-CV/ Sonia Castedo. Independientemente de cómo se desarrolle/n la/s causa/s judicial/es, lo visto y oído en los medios va mucho más allá de la llamada "pena de telediario" que a veces se debe, sí, a una contundencia al explicitar detenciones que luego no tiene continuidad en los procesos subsiguientes.
En este caso son contenidos que hacen incompatible seguir en el cargo, para la ciudadanía y la institución -ante todo- y luego por el orden que ustedes quieran la persona implicada y su partido.
El PP-CV se ha ahorrado el degüello público, no se sabe muy bien si por pensar que el daño de imagen sería mayor -parece improbable- o por simple impotencia: falta de garantías de tener suficientes peones para derribar a la reina, vía moción de censura. Pero parece inexplicable esa contención aún con la prensa más afín animando, cuando no exigiendo dar el paso. Desde hace meses. Muchos.
Se han sucedido desplantes a puñados, desautorizaciones por ambos lados, combinados con amagos de arreglo, de "no pasa nada" desde el Palau. Vegonzosas expocisicones de la situación "si se va por las buenas puede tener un futuro más adelante; si no, no" explicitadas en prensa. Ni por esas. Se ha escenificado el cálculo electoral sobre si la expulsión ahora o después tenía a o no un efecto sobre una posible iniciativa electoral independiente d ela protagonista. Inadmisible.
Ahora, por fin, tras cruces de rocambolescos "ya sabes lo que te espera" y "no os oigooo...!" se anuncia que por fin preparan el cuchillo, moción de censura mediante.
En definitiva, va a servir de metáfora de toda la mal llamada "decidida lucha de Alberto Fabra contra la corrupción". Tarde, mal, con episodios ridículos, con innecesarios minutos de vergüenza televisiva para la CV entera, con sensación absoluta de falta de autoridad, con el inevitable corolario del "miedo a que tiren de la manta", y hasta ahora con personajes que se van cuando les ha convenido, no antes.
Si después de esto alguien alaba la operación de destronamiento, sentiré vergüenza ajena, aunque no será la primera vez...
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