FABRA EL PALADÍN CONTRA LA CORRUPCIÓN (CIVERA DIXIT).

Diserta hoy Jesús Civera sobre las prestaciones de Fabra en eso de marcar líneas rojas y dejar a unos dentro y a otros fuera. El argumento principal es que es erróneo decir que el resultado es cero y que hacen mal los partidos de la oposición no reconociéndole el mérito. Explicado así parece tener toda la razón, pero el problema es que obvia circunstancias de gran peso: en este asunto, los tiempos son de grandísima importancia. Que el presi acabe tardando tres años en vaciar la nómina de imputados es bastante penoso. Da la impresión de que la gran obra de la legislatura es quitar a 10 señores/as de sus escaños. Pues vaya! creamos un problema y tardamos toda la legislatura en solucionarlo.

No veo correcto decir, como sostiene el subdire de L-EMV, que esas actitudes intransigentes de negarle reconocimiento al MH crean desafección política. Desde luego no la pueden crear, ni de lejos, en la misma medida que el problema de base: que el PPCV se presentara a las elecciones con más de una decena de imputados y/o imputables. Para mi crea bastante más desafección que, aquel que ahora debe suponer el 50% de los desvelos de Fabra en su sedicente lucha contra la corrupción, Ricardo Costa -y digo que debe serlo pues es uno de los dos imputados que quedan para concluir la magna obra de "limpieza"- ejerza funciones de portavoz de economía. ¿No habíamos quedado en que "imputados, no expulsados pero fuera de cargos de responsabilidad". ¿No se supone que Fabra está moviendo cielo y tierra para que Costa y Serra dejen sus escaños?
No nos engañemos, los diputados se van cuando les  da la gana y así lo admite el propio presidente, así que no cabe el regocijo cuando cae alguna de las piezas.
Aparte, es más que obvio que todos ellos se han acabado yendo cuando se agotaba el tiempo en sus procesos con el TSJ y al desaforarse -en sentido jurídico- pasan a otro tribunal y les aparecen más vidas en el videojuego.
No se ha usado el poder de echar del partido  a alguno/a de los que se resistía -y aún hay ocasiones más que lucidas a día de hoy- pese a contar con mayorías holgadas que hubieran permitido esa demostración de fuerza, contundencia e implicación.
Así pues, si alguien declara como cero absoluto el mérito de Fabra en cuanto a este tema -o cuestión, que diría él- es probable que esté actuando con cierta injusticia y casi seguro que es por tendencia partidista a no admitir méritos al rival. Pero tampoco flipemos. Se puede conceder el beneficio de la duda y reconocerle intención y voluntad, pero evidenciando mínimo poder o pericia, dados los resultados.
 De cero a diez, con la mejor de las voluntades, me costaría mucho llegar a darle un uno.