HASTA LA MESITA DE NOCHE
No sé ustedes, pero yo cuando la cartera presenta un overflow de tickets de Mercadona o Consum -somos así de exquisitos y a mucha honra- la avalancha acaba siendo abocada a la mesita de noche. Así de íntimo y personal es eso de cuántos yogures, paquetes de papas, jamón york o berenjenas te compras.
Que se estén revelando detalles sobre esas compras relacionadas con nuestras más altas esferas desvelan que las filtraciones -churretones diría yo- de información alcanzan cotas de un nivel de intimidad próximo al de las cosas que uno deja en el mencionado mueble.
Lo que tienen los regímenes en descomposición es que las cadenas de mando se van rompiendo bien por falta de eslabones intermedios o por el cachondeo, falta de respeto/miedo cuando no venganzas o el clásico "pa lo que me queda en el convento...". Las irregularidades -no digamos ya la corrupción pero ahora no es el caso- dejan por el camino, más que cadáveres, auténticos zombies. Testigos mudos -hasta ahora- que un día dejan de preguntarse qué pasaría si contaran lo que ven. ¿Un topo? quién sabe si no son doce, o veinte. ¿Y el placer que debe dar verlo publicado?
A diferencia de las películas donde las tropelías las comete el "cerebro" y dos o tres aguerridos lugartenientes -para que al Bruce Willis de turno no se le amontone la faena para darles candela a todos- en el mundo real, "donde pasa deja". Y a veces no beneficio, sino testimonio y constancia visual. Hay muchas personas que ven pasar delante de sí no ya los pingües beneficios de las irregularidades, sino las conductas más que relajadas fruto de decenios de "total, de aquí no nos mueven ni con agua caliente".
De ahí que lo raro sería que si se cometen tropelías no acaben filtrándose datos más pronto que tarde cuando se ha relevado a casi toda la cúpula, y el hechizo piramidal que ejercía la jerarquía, tras años y años de amoldamiento de plantillas, se ha roto totalmente. Lo paradójico puede parecer que precisamente lo que se revele sean datos sobre la reluciente y nueva cabeza de la hidra, pero en realidad no tiene nada de raro. Los tentáculos aún añoran el viejo sistema nervioso que los animaba/controlaba y se debaten entre la continuidad de la fidelidad, la venganza o la indisposición a sacar la cara por los nuevos amos del cotarro.
Que a uno le descubran centas de supermercado no debería ser un problema si todo es correcto. Es evidente que en tiempos duros, choca el innegable contraste de medios entre, digamos, un organismo oficial y la casa de 1 mileurista de una bocacalle de Jesús, por decir algo. Pero aún así, si todo es correcto, se publican si hace falta los tickets desde hace tres lustros. Que al fin y al cabo debiera ser algo público.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home