50-32: RAJOY, AMARGADO. FABRA, FELIZ.
"Don't you love the sound, of the last laugh, my friend"... cantaban dos geniales calvos, uno norirlandés, el otro escocés de Newcastle -los escoceses crecen donde quieren-. Pues así. Aunque yo me lo imagino más de Julio Iglesias, de los Beatles a lo sumo, que de Morrison y Knopfler, así se debe haber sentido Alberto Fabra después de que su jefe le dedicara esa demostración de cariño. Ya saben, boato a Barberà y vacío al Presi, pese a alguna frasecilla insulsa.
Veamos: Susana Díaz es a Andalucía lo que Alberto Fabra a la CV. Ambos puestos en lugar del que "les" había ganado las elecciones para ellos. Unas elecciones que sus partidos no deberían, en lógica democrática, haber ganado -de hecho el PSOE las perdió, pero no lo bastante- y que sus políticamente moribundos líderes pudieron ganar... porque si llegan a dejar sus cargos a la puerta de las elecciones, y por los motivos que era, el batacazo es enorme. Para los dos.
De modo que ambos sustituyen a sus presidentes, dimitidos por asuntos relacionados con la corrupción que les meten en una difícil vía judicial. Ambos recogen la herencia envenenada -ejem!- y llevan a sus partidos hacia arriba. Pues bien, a ambos les auguraban las encuestas similares resultados: fuerza mayoritaria aunque lejos de la mayoría absoluta. Pues bien, het aquí que Díaz destroza las encuestas y se iza un buen puñado de escaños por encima de las previsiones. El panorama complicadísimo se troca en algo bastante más fácil, entre otras cosas debido al tortazo, aún mayor que el augurado en las encuestas, de su principal rival. ¿Y por qué, se preguntará Fabra, np ha de pasar lo mismo conmigo? Ese puñadito de escaños que no han previsto los sondeos me pueden dejar a un suspiro de la mayoría... incluso sin pactar. Mientras tanto,
¡Ja! mi jefe recibe un patadón monumental en las posaderas de su ungido. Al que ha hecho prácticamente el 80% de la campaña. ¿Quién necesita el apoyo del Presidente Nacional? Mal lo veo para aquel, más bien aquella, que se crea YA plan "B", con B de apellido. Ganaré y se quedarán con un palmo de narices.
Naturalmente, hay unos cuantos detallitos que pueden estropear la fiesta. En primer lugar, que lo de "si a los socialistas andaluces les ha ido así, ¿por qué no a nosotros?" se puede argumentar en privado pero no en público -si lo llegan a hacer indicará el nivel de desesperación, se admiten apuestas- porque, y ahí viene a lo gordo, Fabra es de derechas y Díaz de izquierdas. Y es que las encuestas auguraban que, aún con dificultades, Díaz seguiría gobernando. Lo hará, pero con menos problemas. Fabra, se acerque más o menos a la mayoría, se verá rtodeado de partidos de izquierdas. ¡¡Si hasta Ciudadanos es de Centro-Izquierda, dicen! Y, por más que la CV y Andalucía sean una imagen especular en política, ni lo son del todo ni se puede escapar uno a la tendencia estatal del PP. En Andalucía han pasado de estar delante a estar detrás. Puestos a encontrar paralelismos, también podría pasar esto aquí, ¿no? El PP andaluz ha perdido el 30% de sus escaños. Y ese, mal que le pese, es el espejo en que se debe mirar Fabra, porque además coincide bastante con los sondeos. Así que si se acuesta tarde y recapacita, al MH se le pasará bastante el subidón. Si se va a la cama prontito, aún lo hará feliz y contento. De todas formas: Rajoy, Moreno, Barberà, Fabra; de los cuatro el último será el que dormirá mejor. Seguro.
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