El Blog del Sapo

Hola amigos. Soy El Sapo y este es mi blog. Sería muy tonto daros indicaciones sobre de qué va. Ya iréis viendo. Sólo quiero daros mi opinión. Procuraré ser divertido y llamaros la atención sobre cosas que no veo reflejadas en los medios de comunicación. Bueno, mejor no os masacro con más presentación.

miércoles, octubre 14, 2009

MENUDO PERIODISMO

Tenía yo en mente hacer uan reflexión sobre la auténtica ducha escocesa a la que ha sometido el diario de cabecera de Francisco Camps a su amado presidente y a su número dos -ya saben, alternancia de agua helada y fría aunque en el caso de Costa ha sido alternancia de agua hirviendo y ardiendo- y sobre los motivos de esta actitud. Hete aquí que hoy la discusión se ha quedado ya un poco anticuada.

Y no sólo porque a estas alturas Ricardo Costa ya sea ex-varias cosas, que parecía el envite en juego. Sino porque un periodista bastante significativo como es Pérez Puche, hablando además en nombre del periódico -por cierto, hasta hace pocas fechas figuraba en el organigrama que el periódico publica, ahora ya no; desconozco su responsabilidad y me refiero a la que ha asumido al hablar- ha despejado toda duda.

En el programa de mediodía de la radio de dicho periódico, ha hecho cuatro puntualizaciones que merecen sin duda una reflexión... cada una.
En primer lugar, y al hilo del titular de portada de hoy de Las Provincias "EL PP SE METE EN UN EMBROLLO Y NO SABE SI RICARDO COSTA ESTA DESTITUIDO", P.Puche ha comentado que "Imagina si le ccostará a LP hacer un titular como ese! Vamos, es de esos de los que se hace uno cada cincuenta años". Impresionante. Si la mención al "embrollo" -palabra heavy que sólo podemos encontrar en los doblajes o las traducciones de películas y novelas de los cincuenta- le parece tan fuerte, ¡por dios! ¿Qué puñetas de objetividad hacia el PP de la CV podemos esperar jamás?? Se han retratado. Con ello no sólo se admite una absoluta parcialidad hacia un partido, sino que se ha puesto el tope al lenguaje "fuerte" y a la dureza que podemos esperar si algún día -dios no lo quiera!!- el PP local incurre en alguna acción censurable. Que por decir que el PP se mete en un embrollo parezca que LP debe casi confesarse, es para hacerse una idea de la prensa local que tenemos. Y de la legitimidad que tienen para hablar de "prensa gubernamental".

Saltándome el orden cronológico, debo aludir a las valoraciones de P.Puche -no utilizo el acrónimo concreto para evitar cchistes fáciles- sobre la figura de Costa. "Frivolidad" es lo más suave que recuerdo. Que Costa no es santo de la devoción de P.Puche es algo que se ve desde hace mucho tiempo. Camps, les cuento un secreto, tampoco. Puche es de Rita. De los de toda la vida además. La pérdida absoluta de las formas -tanto en la aduladora defensa como en el ataque visceral al que ose tocarla- no son cosa de ayer. Imagino a Puche como alguno de aquellos -conozco personalmente a más de uno- que quedaron bastante tocados en aquel 1994 en que fue una Z y no una B lo que ganó. Se la guardan desde entonces. Imagino. Pero la forma en que hoy P.Puche ha atacado a Costa contrasta con la absoluta ceguera que ha demostrado su periódico durante seis años ante los defectos que hoy parecen ver con tanta claridad. El tono -no cito textual- de que esto es el paso final y esperado de una cadena de actitudes, ese "se veía venir" hace aún más descarnado el contarste entre la crítica del caido y al alabanza e indulgencia del aún poderoso cuando lo era.

En este podio de despropósitos, cito ahora una frase estremecedora. A cuenta del "cáustico" titular y de su posible relación con el cese de Costa, Puche ha dicho que merecía la pena -el ataque furibundo, se entiende- porqe "al menos ha hecho el efecto pretendido". Ignora el veterano periodista que la entrevista a Cospedal en la COPE y la amenaza nada velada de "o lo cesan o lo echamos" habrá tenido bastante más "efecto" que el efímero paso del lameculismo servil al "cachis! que te metes en un embrollo!". Esa sensación de creerse Pepito Grillo no sería tan penosa si no fuera por la parcialidad del gesto que detallamos en el último y más importante punto.

Y es que preguntado por R. Palomar sobre si "este asunto, pese a la sólida base elctoral del PP, puede tener un efecto serio en las urnas" -me choca que se pregunte eso con la misma naturalidad que se preguntaría a alguien del VCF si las lesiones pueden comprometer la voctoria de mañana- la respuesta es atroz: "NO!!, qué va, qué va!! la base es muy sólida. Incluso, hehe, casi más de lo que se merece" y es que el PSPV (resumiendo) lo hace tan mal, tan sin alternativas que la base aún es mayor de lo que debiera. "Y nada, ahora Asencio y Maluenda a trabajar! y en nada esto se habrá pasado. Dentro de nada esto estará olvidado!".
Si me lo permiten, el tono de "hala, hala" es bastante repugnante. De modo que todo lo que se pretende es eliminar al que, por lo visto, caía mal? ¿Cómo se puede pensar y desear que todo esto quede en nada y que se olvide? ¿Cómo se puede jugar a conciencia de la derecha con tan pocas exigencias?
Ello indica una composición de lugar bastante grimosa. El partido en el poder es inamovible,y cuando algun detallito no nos guste, a cambiarlo y a seguir.
¿Qué modelo de ciudadanía desea un periodismo que ni plante alternativas al poder y se conforma con eliminar la figurita que no le gustaba y a partir de ahora jalear al que venga, que seguro que será "un fenómeno"? ¿Dónde está la exigencia de responsabilidades a los que siguen?
¿El tipo de ciudadanía acrítica contenta con un sistema de partido único? A mi no se me ocurre otra cosa.

Estamos ante un tipo de periodismo que presume -seguramente más de lo que es verdad- de un compadreo y de una autoridad moral sobre el poder, de uana dhesión inquebrantable que resulta repugnante en uan sociedad democrática y que estaría mucho más en su sitio en regímenes como el de Chávez, Castro, o Tito. No cito a Franco porque ya sabemos lo "en su sitio" que estaban entonces, no les descubriría nada. Menudo(*) periodismo.

(*) MENUDO

(Del lat. minūtus).

1. adj. Pequeño, chico o delgado.

2. adj. Despreciable, de poca o ninguna importancia.