ELEGIR UN CANDIDATO (Y 3)
Bueno, ¿ahora toca lo de Fabra, no? Madre mía...
Es imposible valorar la posible candidatura de Alberto Fabra sin considerar un
montón de factores. A saber: la valoración de su legislatura, recodar cómo llegó
al poder, el ruido mediático -a instancias de su propio partido, ojo- sobre su
sustitución, y cómo no también la posible derrota y su eventual gestión, y creo
que no me dejo nada.
Mentiría si niego que creo que, intrínsecamente,
Fabra es un mal candidato porque ha sido un mal presidente. Mentiría también si
negara que algunos apoyos mediáticos me suenan más a aceptación del mal menor
que a verdadera fe en su talla política. Tampoco descarto que conocimientos más
profundos que el mío de la reserva intelectual del PP-CV les permitan una
opinión más documentada.
Que conste que intento hacer cuando menos un mínimo
común múltiplo de las necesidades de calidad de la candidatura, posibilidades de
éxito electoral -aunque no lo desee- y de que el partido permanezca más o menos
donde se supone debe estar, y donde los que estamos en el exterior de su esfera
ideológica desearíamos verlo: en un centro derecha "homologable a la derecha
europea" que se suele decir.
Porque esa es otra: si pensamos que el PP debe
enterrar definitivamente el arma del "rayo Sith blavero" es una cosa, y si no,
otra. Cualquiera que desee una cierta practicidad en la derecha valenciana, a la
par que un mayor progreso de la sociedad valenciana, creo deseará que de una vez
el PP-CV deje de fomentar que nos preguntemos quiénes somos, de poner en duda
instituciones creadas por ellos mismos, y en definitiva que recurra a mirarnos
el ADN valencianista cada vez que las urnas se les ponen cuesta arriba. Puedo
entender que quien ocupe una posición diametralmente a esta prefiera que el
PP-CV siga siendo un trasunto de UV. Pero en ese caso es de exigirles que a su
vez se lo exijan al PP a todas horas. No como ahora. Si no, es trampa y no patriotismo.
Y tampoco es de recibo que quienes
disienten profundamente de estas derivas añiles se las toleren como mal menor
cuando echan mano de ellas.
Así pues, si uno desea un PP blavero -las cosas por
su nombre- a tope, vivan Bonig, Santamaría y el debutante en estas lides,
Alberto Fabra. Y acaso alguna figura del pasado. Rus no cuenta, es demasiado
pragmático, creo. Si uno por el contrario cree que el PP-CV -y con él, a la
larga, la sociedad valenciana- debe soltar ese lastre y dejárselo a un posible
partido que, aislado, acabaría desapareciendo, debe pedirle a Fabra o a quien
sea que en el camino a la candidatura se deje atrás Leyes de Señas y
observatorios. No hay otro camino.
El problema que desequilibra la lucha entre las dos
maneras -equivocadas ambas, creo- de entender el valencianismo -como un
anticatalanismo o como un procatalanismo- es que el enfoque razonable y
académico se ha estigmatizado -con un estigma heredado del procatalanismo con le
que comparte muy pocas cosas- y el blaverismo, por el contrario, no. Ello es
lógico ya que las dos tendencias, por estrambóticas que sean, se basan una en el
enemigo exterior y la otra en un supuesto patriotismo que siempre lleva,
sentimentalmente, las de ganar como opción "por defecto". Pero convierte ese estigma aplicado sólo a un lado del guignol en una tentadora arma...
Disculpen el anexo. Sigamos.
Fabra tiene a su favor que parece más razonable que
muchos de sus compañeros de partido. Y que no parece estar amenazado por ningún
proceso judicial, ahora que hasta los desimputados - ;-) qué ironía, y alguien me entenderá - son reimputados.
Creo que debo admitir mi incapacidad para sugerirle
al PP-CV un buen candidato. Desde la discrepancia ideológica, y desde la
probabilidad nula de darles mi voto, no puedo meterme en la piel de "qué
desearía para mi partido". Porque no sé qué piel desearía.
Si quiero una piel azulada, pues eso: Bonig. Pero
eso augura un resultado aún más deshinchado, me temo. Reconstruir el PP-CV desde
30 escaños no es lo mismo que hacerlo desde 19.
Si quiero algo más moderno, una derecha moderada,
moderna y sin lastres blaveros, no sé... ¿tienen a alguien capaz de desactivar a
todos los que dificultarían esta operación?
Si preveo una derrota, no confío en la mano de
hierro de Fabra -porque no la tiene- para llevar el partido en los momentos
difíciles.
Tampoco sé si después de sus 20 años de gobierno,
el PP se ha ganado que sus no correligionarios le deseemos una oposición sólida
o semi-sólida... o un papel casi testimonial como en Catalunya o País Vasco.
Pero hemos quedado en que íbamos a sugerir lo que les augurara el emjor
resultado posible. Vale.
Va, resumiendo.
Fabra es el que está a mano. Su sustitución
supondría una bajada inmediata en la intención de voto -es un paso atrás- que
habría que restar de las posibilidades del sustituto/a. Habrá un "escalón" que
luego habría que subir. Me parece un político regular tirando a regular bajo.
Pero no es malísimo como tantos otros. Aunque ha gozado de bula y se le ha
considerado poco proclive a radicalismos, ha terminado cayendo en las faltas de
respeto a las demás opciones políticas, que fueron marca de la casa de los
Camps, Cotino, Barberà, Rambla, etc... Y algunas torpezas de fin de mandato, sea
por acción u omisión -topos, observatorios, Alicante...- lo dejan en muy mal
lugar. Su sustitución no es perentoria, pero tampoco, como van a ver, la purga de Benito.
Barberà vende más que Fabra, aunque el hecho de que
esté a la baja en su feudo -que no olvidemos es el granero principal donde el
PP-CV acumula más ventaja en cada convocatoria- no parece un buen signo. Pero
puede comerse el marrón de la derrota, y aprovechar su conocimiento del partido
para controlar el proceso de buscar nuevas caras, o incluso evitar una
desbandada en caso de derrota grave. O igual me equivoco.
Bonig me parece una vuelta al pasado, como si la UV
que se tragaron hace 15 años fuera a devorar al huésped. No les auguro grandes
resultados por ese camino. NI antes de empezarlo.
Català me parece una buena opción. Tampoco es muy
conocida, así que igual ni siquiera es capaz de subir el "escalón" bajado por el
descarte de Fabra.
Dicho todo esto, tampoco entiendo esas sugerencias
de descabalgamiento que vienen de Génova vía mediática, sin nada oficial...
aunque los medios no se han inventado nada. Sólo tiene explicación si dan la CV
por perdida, y mientras... experimentan. Con Camps fue otra cosa: tardaron en
confirmarlo pues querían reducir el tiempo de "Rajoy apoyando a un candidato
imputado" pero sabían que no había otra opción.
Creo que al final, efectivamente por
incomparecencia de rivales, y porque a Rajoy ya se la bufa, dejarán las cosas
como están y seguirá Fabra. A menos que Barberá decida a última hora "que sí".
Porque como Alonso, de nuevo, parece poder decidir dónde va y disfruta alargando
la intriga.
DE todas maneras y como colofón, me quedo con las palabras de Mª José Català, el otro día en Mediterráneo-TV: "El candidato no es importante, sólo el programa, que va a ser el mismo"
¿Para qué vamos a preguntarnos pues quién es el candidato ideal, después de oir esto?
¿Hay forma más clara de admitir a priori la derrota?
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